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Las mujeres son más propensas a padecer depresión

Así lo indicó un estudio, que asegura, además, que las adultas mayores que se deprimen permanecen más tiempo que los hombres en ese estado. Investigan las causas
Las participantes eran también menos proclives que sus pares masculinos a morir mientras estaban deprimidas, lo que confirma que las mujeres viven por más tiempo con depresión que los hombres.

Esto, junto con la alta probabilidad de que las mujeres se depriman y no abandonen ese estado, contribuye colectivamente a la alta carga de depresión en las adultas mayores, publicó Archives of General Psychiatry.

En los últimos años, la depresión empezó a ser más frecuente en las mujeres que en los hombres sin que todavía se conozcan la causa de esta diferencia de género, explicó el equipo dirigido por la doctora Lisa C. Barry, de la Escuela de Salud Pública de Yale, en New Haven, Connecticut.

Para investigarlo, el equipo estudió la salud mental de 754 hombres y mujeres de más de 70 durante siete años; los controles se realizaron cada 18 meses.

En cada evaluación, el equipo comprobó que las mujeres eran más propensas que los hombres a haber pasado de un estado no depresivo a uno depresivo.

Las mujeres eran dos veces más propensas que los varones a sufrir depresión, mientras que eran un 73 por ciento menos proclives a salir del estado depresivo. Asimismo, las mujeres deprimidas eran un 73 por ciento menos propensas que los hombres a morir durante el estudio.

Casi el 40 por ciento de los participantes con depresión durante el estudio permaneció en el mismo estado durante por lo menos dos evaluaciones seguidas, lo que destaca la importancia de tratar la depresión y mantener el tratamiento aún después de la curación del primer episodio, dijeron los autores.
"El estudio aporta evidencia sólida de que la depresión dura más en las mujeres mayores que en los hombres", declaró Barry.

Los resultados son "de algún modo sorprendentes" porque es más frecuente que sean las mujeres las que reciben algún tipo de terapia antidepresiva, sostuvo el equipo.

Los investigadores concluyeron que "se desconoce si las mujeres reciben un tratamiento menos agresivo que los hombres para la depresión en la tercera edad o tienden a tener una baja respuesta al tratamiento convencional, aunque esto debería ser el tema de futuros estudios".

Fuente: Reuters

La Familia: ¿Demasiados Testigos?

Hay filósofos que dicen que Dios es un invento para superar la soledad de no tener testigos de la vida. Dios está en todas partes, nos mira pecar, crecer y superar obstáculos, nos conoce. Sin Él, la identidad parece diluirse, esconderse. La historia es tan importante como el presente en lo que somos.

Hombres y mujeres lúcidos han comentado que después de perder a una pareja el dolor persiste por la falta de testigo de la vida cotidiana y de la evolución. Sin esa pareja, la sensación es de avanzar solos, sin que otro haga el seguimiento de nuestra vida, es como perder un historiador que comparta la memoria de los detalles. Una soledad devastadora. La familia es testigo de vidas y cambios. Los padres cuentan cómo fuimos de guaguas, qué nos hacía llorar, cómo fue la entrada al colegio o las primeras palabras. Una persona sin padres quisiera tener a quien recurrir para completar esos vacíos en la propia historia y a veces se desesperan de acceder al pasado sólo a través de los recuerdos propios. Los testigos son importantes. Pero la familia es más que la madre que cuenta historias. Es donde los roles de antes aprisionan, las desconfianzas, celos, envidias, complicidades y recuerdos nos atrapan y nos dificultan el cambio. La gente que ha vivido sola en el extranjero relata la experiencia de libertad al ser de otra manera. Una adolescente tímida viaja al extranjero por intercambio escolar y vence su timidez, lejos de la protección de sus padres. Como si los testigos fueran enemigos del cambio.

El que era flojo debe convertirse en millonario para dejar de ser tratado como tal. Sólo si cambia 180 grados la familia suelta la infancia y la historia. La neurótica irritada que toma antidepresivos y ya no se enoja es tratada con cuidado por su familia porque "es una polvorita". La santa que se hizo cargo y ahora está enamorada y no quiere seguir porque lo hacía por vacío más que por amor, es tratada como "loca". El rebelde, que lo fue para sobrevivir a su padre, es después un marido tradicional. Pero en la mesa familiar sus comentarios de hombre moderno son tildados de opiniones rebeldes. Él discute que son provincianos si consideran eso una rebeldía, y la familia le sonríe perdonándole.

El amor, dolor, trabajo, los hijos, cambian a las personas. Hay una naturaleza inicial que permanece, pero los cambios pueden ser enormes. Y es bueno. Las vidas más plenas son las de grandes aprendizajes.

La familia es el lugar de cobijo en las crisis y de aprendizaje en las tragedias, pero es a veces el peor enemigo del cambio. Quizás la sola conciencia de los juicios que decimos en familia pueda ayudarnos a ser testigos de los cambios. Incorporemos a la identidad de nuestros hijos, hermanos, padres, lo que la vida les va enseñando y así lo pasamos mejor al ser testigos de cómo cambiamos en estas relaciones nuevas.

La Crisis De Los 40

Las crisis a lo largo de la vida son absolutamente necesarias e inevitables. Ellas obedecen a distintos factores: sicobiológicos, familiares, laborales, de pareja o con las distintas etapas del desarrollo e implican costos y beneficios altísimos.

Los hombres poseemos nuestras propias crisis, diferentes a las de las mujeres. Una de las más difíciles es la crisis de la mitad de la vida, comúnmente llamada la crisis de los cuarenta, una prueba para valientes, de la cual no siempre salimos bien parados. Ella se da con más fuerza en los hombres y afecta inevitablemente a la pareja; es allí donde se pagan los más altos costos. Aceptarla conscientemente permite sortearla con menor costo.

Ocurre entre los cuarenta y cincuenta años, cuando usted o su pareja se encuentra disfrutando un período de bienestar afectivo, sentimental y familiar, acompañado generalmente de un panorama económico consolidado. En ese momento, sin aviso previo, aparece ella, confundiéndolo todo.

Lo construido hasta entonces, con esfuerzo y cariño, entra en un proceso implacable de cuestionamiento y duda. Las certezas desaparecen y la confianza se constituye en un recurso indispensable, tanto para el que la vive como para su pareja, ya que la impaciencia o la desconfianza liquidan una relación.

A diferencia de la crisis de pareja, donde el núcleo radica en la relación misma, la crisis de los cuarenta afecta al individuo en su intimidad, y el sentido de lo vivido hasta ese momento cambia. El futuro se hace imperioso y amenazante, la mitad del camino ya está recorrida y surge la pregunta:

¿Y ahora qué?

El tema de la trascendencia y el legado a los hijos pasa a ser tema y la pareja se afecta dolorosamente, al ser excluida de sus preocupaciones, pudiendo incluso aparecer otras personas, significativamente peligrosas.

Paciencia... La crisis tiene duración limitada y los beneficios que otorga a los que se atreven a vivirla son tan grandes, como su origen etimológico lo indica: CRISIS, en su raíz más profunda, significa CRECER. No arranques de las crisis, vívelas a fondo, aunque te mueras de susto. Pagar sus costos vale la pena, por altos que ellos sean.