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La Crisis De Los 40

Las crisis a lo largo de la vida son absolutamente necesarias e inevitables. Ellas obedecen a distintos factores: sicobiológicos, familiares, laborales, de pareja o con las distintas etapas del desarrollo e implican costos y beneficios altísimos.

Los hombres poseemos nuestras propias crisis, diferentes a las de las mujeres. Una de las más difíciles es la crisis de la mitad de la vida, comúnmente llamada la crisis de los cuarenta, una prueba para valientes, de la cual no siempre salimos bien parados. Ella se da con más fuerza en los hombres y afecta inevitablemente a la pareja; es allí donde se pagan los más altos costos. Aceptarla conscientemente permite sortearla con menor costo.

Ocurre entre los cuarenta y cincuenta años, cuando usted o su pareja se encuentra disfrutando un período de bienestar afectivo, sentimental y familiar, acompañado generalmente de un panorama económico consolidado. En ese momento, sin aviso previo, aparece ella, confundiéndolo todo.

Lo construido hasta entonces, con esfuerzo y cariño, entra en un proceso implacable de cuestionamiento y duda. Las certezas desaparecen y la confianza se constituye en un recurso indispensable, tanto para el que la vive como para su pareja, ya que la impaciencia o la desconfianza liquidan una relación.

A diferencia de la crisis de pareja, donde el núcleo radica en la relación misma, la crisis de los cuarenta afecta al individuo en su intimidad, y el sentido de lo vivido hasta ese momento cambia. El futuro se hace imperioso y amenazante, la mitad del camino ya está recorrida y surge la pregunta:

¿Y ahora qué?

El tema de la trascendencia y el legado a los hijos pasa a ser tema y la pareja se afecta dolorosamente, al ser excluida de sus preocupaciones, pudiendo incluso aparecer otras personas, significativamente peligrosas.

Paciencia... La crisis tiene duración limitada y los beneficios que otorga a los que se atreven a vivirla son tan grandes, como su origen etimológico lo indica: CRISIS, en su raíz más profunda, significa CRECER. No arranques de las crisis, vívelas a fondo, aunque te mueras de susto. Pagar sus costos vale la pena, por altos que ellos sean.

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