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Depresión Infantil aumenta mientras adultos disminuyen casos

La depresión, el estrés y la angustia no solamente pertenecen al mundo de los adultos, también están presentes en el de los niños, pero en la mayoría de las ocasiones es minimizado, incomprendido o simplemente desconocido, por ello los menores no reciben la atención adecuada y oportuna.

El 10% de las consultas del Servicio Estatal de Salud Mental, son otorgadas a este grupo poblacional, lo que representa que los niños cada vez están más inmersos en este complejo mundo.

De acuerdo con especialistas, la depresión y el estrés en los niños es más evidente en la etapa escolar, principalmente al inicio de clases, o por lo menos los síntomas son más constantes.

El 4% de la población estudiantil, que inicia un ciclo escolar, manifiesta algunos problemas de adaptación a su etapa formativa, los cuales se traducen hasta rechazo a la escuela.

Al respecto, Félix Higuera Romero, director General del Servicio Estatal de Salud Mental, indicó que es importante identificar las señales que expresa el niño, tanto en la escuela como en la casa, sobre las dificultades de adaptación y que se traducen en preocupación excesiva, temores, miedos y angustia anticipada.

INICIO DE CLASES, EL MAYOR TEMOR

La depresión puede ocurrir y presentarse a lo largo de la vida, identificarse desde un niño lactante y las señales son el rechazo al alimento, llanto incontrolable, dificultad para arrullarse e inclusive inestabilidad en sus ritmos biológicos como el sueño o la capacidad para percibir las señales afectivas y expresar reciprocidad ante éstas.

En la etapa preescolar existen otros signos de estado de ánimo depresivo, aunque sigue predominando la irritabilidad, el llanto y quizás el rechazo al alimento, anotó el funcionario médico.

Sin embargo, son pocos los casos que podrían identificarse como depresión, tendría que ser un experto para lograrlo, consideró Higuera Romero.

"Los papás pueden identificar resistencia del niño a entrar a la escuela, rechazo escolar, expresar cansancio, agotamiento, dolor de cabeza y estomago o algún malestar en general, estos signos a veces se atribuyen al peso de la mochila y provocan dolor de espalda", argumentó.

En el salón de clases, el niño presenta dificultad para poner atención, estar concentrado, iniciar o dar continuidad a la tarea que el profesor le ha dejado.

"Entre los factores que también se contemplan en el niño, que recién se incorpora a las actividades escolares, son enfrentarse a los mismos o nuevos compañeros de clases, hacer nuevas amistades, perder amigos, estar sometidos a un reglamento al que no están acostumbrados (principalmente quienes estaban en kinder),cambiar de escuela y de grado", recalcó.

Estas situaciones son el resultado de un prolongado período de relajación de la disciplina, es decir, durante vacaciones, porque hay una modificación del ritmo biológico de dormir y en los hábitos alimenticios.

"Con el inicio de clases viene la reincorporación a los hábitos rutinarios escolares como levantarse más temprano, bañarse y cambiarse en un tiempo muy breve, además, la situación se complica si hay dos o tres hermanos más, porque los padres de familia deben apresurar a sus hijos para que terminen rápido", abundó.

ES PASAJERO, PERO REQUIERE ATENCION

Estas manifestaciones son pasajeras, pero es importante advertirlas para evitar otro tipo de trastornos emocionales como ansiedad, miedos o fobias específicas como hablar en público, exponer frente a clases y angustia demasiado excesiva.

"Si los padres están identificando que el niño está demasiado angustiado o temeroso deben dedicarle un tiempo suficiente y escucharlo para conocer cuál es su versión, percepción o interpretación que tiene de él mismo y del entorno escolar en donde está involucrando", detalló.

Cuando los padres de familia conocen los miedos y temores deben proporcionar al niño confianza, seguridad y sobre todo hacerles ver que contarán con ellos cuando los necesiten, puntualizó Félix Higuera.

Muchos padres no toman en consideración que es muy importante el enseñarle a sus hijos a solicitar ayuda cuando así la necesiten. Si el niño no solicita ayuda, puede ser que el problema se mantenga durante el transcurso del tiempo, no se identifique como tal o se tome como problema de conducta, disciplina o desobediencia.

Fuente: oem.com.mx

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